Hola, mi nombre es Agustín.

Desde hace un tiempo, muchos también me conocen como Dante.
Soy la misma persona.

Durante gran parte de mi vida creí que, si trabajas duro, te mantienes disciplinado y sigues avanzando, puedes enfrentar lo que sea.
Siempre he sido el que resuelve.
El que empuja hacia adelante.
El que carga con la responsabilidad sin hacer ruido.

En los últimos 20 meses, esa creencia fue puesta a prueba de verdad.

No fue por un solo error.
No fue por una mala decisión.
Fue porque todo ocurrió al mismo tiempo.

Durante este período pasé por siete procedimientos médicos invasivos, incluyendo cinco cirugías mayores.
Tres de ellas ocurrieron en menos de tres semanas, y dos fueron fusiones en la columna.
Hubo largos períodos en los que no podía caminar, no podía trabajar, ni siquiera podía cargar una mochila.

Para alguien cuyo sustento depende de estar presente, responder y poder moverse, eso fue devastador.
No solo en lo económico, sino también en lo emocional y mental.

Después de cinco años trabajando en un equipo de marketing al que le tengo mucho respeto y cariño, mi puesto se vio afectado por una reestructura.
No fue algo personal.
No fue una decisión sobre mí.
Fue simplemente el impacto de la economía y los recortes que alcanzaron a gran parte del equipo.

Mientras me recuperaba físicamente y trataba de volver a encontrar estabilidad, también me vi envuelto en una situación legal que jamás imaginé vivir.
Una vez que el caso llegó ante un juez, se resolvió de forma clara y rápida.
Pero el proceso consumió mis ahorros y dejó mis fondos de emergencia en cero.

Esa es la parte que muchas veces no se ve.

Puedes hacer todo lo que está a tu alcance.
Puedes hacer las cosas lo mejor posible.
Y aun así quedar expuesto cuando todo se acumula más rápido de lo que puedes recuperarte.

Aquí es donde estoy hoy.

En este momento enfrento otra cirugía en la columna vertebral.
Mantener mi seguro médico es crítico, especialmente en Estados Unidos.
Y, al mismo tiempo, estoy en riesgo de perder la casa que compré hace años.

No como una posibilidad lejana.
No “algún día”.
Está ocurriendo ahora.

Esto no es fácil de compartir.

Durante toda mi vida he sido la persona fuerte.
El que resuelve.
El que se hace cargo.

Durante mucho tiempo, pedir ayuda simplemente no era una opción para mí.
Creía que ser fuerte significaba poder con todo solo.

Estos últimos dos años me enseñaron algo distinto:
que también hay fortaleza en reconocer cuándo necesitas apoyo.

No estoy pidiendo que me rescaten.
Estoy pidiendo tiempo.
Tiempo para sanar.
Tiempo para estabilizarme.
Tiempo para reconstruir la vida y el trabajo que he estado preparando.

SOBRE ESTE OBJETIVO

El objetivo de esta campaña refleja el costo real de todo lo que estoy atravesando:
atención médica, seguro de salud, tiempo de recuperación y gastos mientras vuelvo a ponerme de pie.

No estoy pidiendo que una sola persona cargue con esto.
Confío en que muchas personas, ayudando de la manera que puedan, poco a poco, pueden crear la estabilidad que necesito para sanar y reconstruir.

Si en algún momento sentiste que mi trabajo o mi forma de ver la vida te aportaron algo,
si te ayudé, te inspiré, te enseñé o estuve presente de alguna forma,
y alguna vez pensaste “le invitaría un café” o “lo llevaría a cenar”,
esta es simplemente una forma de mostrar ese apoyo.

Ya sea ayudando económicamente o compartiendo este mensaje, todo suma.
Cuando lo compartís, no solo ayudas a que llegue más lejos,
también me recordás que hay personas del otro lado, que esto importa,
y que no estoy atravesando este momento solo.

Gracias por leer.
Gracias por estar aquí.
Y gracias por cualquier apoyo que decidas dar.

Agustín

Formas de ayudar
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